La investigadora española Consuelo Naranjo Orovio resaltó la grandeza del humanista dominicano Pedro Henríquez Ureña al pronunciar su discurso de ingreso a la Academia Dominicana de la Historia como miembro correspondiente extranjero.
Al inicio de su disertación, la profesora de investigación del Instituto de Historia del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), con sede en España, agradeció la acogida que le han dado los miembros de la Academia Dominicana de la Historia, de manera especial su presidenta Mu-Kien Adriana Sang Ben, Manuel García Arévalo, Frank Moya Pons, José Chez Checo y José del Castillo, que avalaron su candidatura.
En su exposición sobre “Hispanoamericanismo en ambas orillas: recurrido con Pedro Henríquez Ureña”, expresó que la vida del humanista dominicano es un ejemplo del peregrinar de muchos intelectuales coetáneos por diferentes países de habla hispana, entre los que está incluida España.
“Ellos crearon un circuito de cultura participando en ambientes similares, propiciando encuentros en los que la educación, la literatura y la reflexión sobre el ser de América y de España constituían los focos de atención, y animando nuevas instituciones nacidas al calor de estos ideales”, dijo.
Agregó que por ello es preciso poner la mirada en ambos lados para comprender que la presencia de americanos en España y de españoles en América no fue una casualidad ni ocurrió al azar, y que esto se debió una coincidencia de intereses y a una conciencia por parte de los más jóvenes de la necesidad de revitalizar la educación de sus países y contemplar el futuro de manera diferente.
“En España nacía en 1907 la Junta para la Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (conocida como JAE o Junta), un organismo cuyo principal objetivo fue la regeneración intelectual y científica de un país adormecido que quería salir del aislamiento y del letargo. Con el punto de mira, principalmente, en los países europeos que en ese momento lideraban la ciencia, la JAE desarrolló un vasto proyecto educativo y divulgativo”, enfatizó.
Dijo que Pedro Henríquez Ureña, como muchos intelectuales latinoamericanos, Alfonso Reyes, Rubén Darío, Miguel de Unamuno, Fernando Ortiz, José María Chacón y Calvo, entre otros, abogaron por el diálogo con las distintas tradiciones que formaban parte del acervo cultural, una idea que se fue afianzado a lo largo de su vida, y desde la cual construyeron sólidas plataformas de acercamiento.
Recordó que en el 1914 Henríquez Ureña apuntaba la necesidad y la riqueza que suponía mantener y combinar las diferencias culturales de cada pueblo.
Citando al intelectual, dijo: “El ideal de la civilización no es la unificación completa de todos los hombres y todos los países, sino la conservación completa de todas las diferencias dentro de una armonía”.
Afirmó que, en la defensa de la comunidad hispánica, Henríquez Ureña resaltó la importancia de la cultura como uno de los elementos principales que harían de la América hispánica una comunidad con identidad propia y con fuerza, capaz de conversar tanto con España como con Estados Unidos.
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